Yadira Arenas Briones
David de la Oliva Granizo
* Artículo publicado en Revista Multiversidad, edición Octubre- Noviembre 2013
Manuel
se siente lleno de felicidad y de alegría, ha conseguido el puesto de sus
sueños. Va a trabajar en una multinacional como asistente de uno de los
directivos más importantes de la compañía. La verdad es que se lo merece, su
currículum académico y profesional es más que excelente. Todo va bien hasta que
al cabo de un mes su jefe empieza a gritarle por cualquier cosa. Manuel no le
quiere dar importancia, sabe que su jefe está sometido a mucha presión. Pero
los gritos son cada vez más frecuentes y no sólo eso, su jefe insiste en que
Manuel no está haciendo su trabajo correctamente, aunque los resultados de su
trabajo dicen lo contrario. Sus compañeros opinan que “el jefe” siente a Manuel
como una competencia, pero Manuel no está seguro de que esto sea verdad. Al cabo de seis meses, Manuel es relegado a
un puesto de mucha menos categoría y es colocado en un espacio lúgubre, lejos
de sus demás compañeros donde permanece aislado y donde no cuenta con los
recursos suficientes para realizar sus tareas. Manuel piensa que ha sido por su
culpa, que no ha “estado a la altura” del puesto y empieza a deprimirse. Esa
depresión le lleva a ser menos eficaz en su actual cargo, por lo que su nuevo
jefe también le llama la atención y, al cabo de unos meses, su jefe le pide su
renuncia. Durante todo este proceso, en su contexto familiar, su esposa ha
pasado por varias fases. Al principio le defendía, pero poco a poco fue
cambiando de opinión hasta el punto de acusarle de falta de responsabilidad, lo
que lleva a que su relación se enfríe y crea entre ellos un distanciamiento. El
despido de Manuel “es la gota que derramó el vaso” según su esposa y terminan divorciándose.
Un año después, Manuel es encontrado muerto en su casa por una sobredosis de
barbitúricos.
Quizá
esta historia pueda parecer una exageración, pero es un hecho que algunas
personas no saben cómo enfrentarse a lo que se ha denominado mobbing o acoso
laboral y han terminado suicidándose. Por fortuna, la mayoría de las personas
consiguen un nuevo empleo y salen adelante, aunque el coste emocional y físico
haya sido enorme.
Konrand
Lorenz, uno de los padres de la etología (el estudio del comportamiento de los
animales), descubrió en 1966 que en determinadas especies animales, los
individuos más débiles se aliaban para atacar a otros más fuertes. Para
describir este comportamiento acuñó el verbo inglés “to mob” (“atacar con violencia”). Diez años después, Brodsky
presentó por primera vez en su libro: El
trabajador acosado, varios casos de mobbing.
Pero
fue Laymann, alemán doctorado en Psicología del Trabajo, el primero en acuñar
una definición de acoso tal y como se conoce hoy en día:
“…situación en la que una persona ejerce violencia psicológica extrema, de forma sistemática y recurrente, durante un tiempo prolongado sobre otra persona en el lugar de trabajo con la finalidad de destruir las redes de comunicación de la víctima y su reputación, perturbar el ejercicio de sus labores y lograr que finalmente esa persona o personas acaben abandonando el lugar de trabajo.” (Leymann 1990, en Valle Herrera 2011:19)
Desde
hace aproximadamente 35 años, el acoso
laboral ha sido tema de estudio de múltiples investigadores, siendo en la
actualidad un problema a resolver en todo tipo de organización por los
terribles efectos que este fenómeno causa tanto para las organizaciones, como
para las personas que laboran en ellas.
Mundialmente,
el mobbing es percibido como un cáncer laboral que puede afectar a cualquier organización
en todos sus niveles operativos, desde los productivos hasta los de recursos
humanos. Sin embargo, en México no se le ha prestado la suficiente atención a
este fenómeno, quizá porque el miedo ha enmudecido a las víctimas del acoso y porque
las organizaciones se rehúsan a aceptar que cuentan con trabajadores víctimas
de acoso laboral. Para una empresa, esto sería poner en evidencia que hay un
clima laboral negativo entre sus trabajadores, con el consiguiente impacto en
su imagen y reputación corporativa. Además, la empresa debería cargar con los
altos costos en seguridad social por el daño físico y psicológico que el acoso
laboral ocasiona en las víctimas de dicho fenómeno. Por ello, la metáfora de
mobbing como amenaza silenciosa es tristemente cierta.
En
los años ochenta, el profesor Laymann de la Universidad de Estocolmo, estimaba
que un 3.5% de los trabajadores de una empresa sufrían de acoso laboral. Kelly
Dann, editor de la revista norteamericana “Workforce”, aportó en la misma
década el dato de que un 25% de los trabajadores norteamericanos habían experimentado
o experimentarían el acoso laboral a lo largo de sus carreras profesionales. En
el 2001 se informó que en España, cerca de 800 mil personas estaban siendo
víctimas de acoso en sus actuales empleos.
La
repercusión social del mobbing es tal, que en países como Francia, Suecia,
Reino Unido, Italia, Suiza y Dinamarca está ya incluido como delito en sus
códigos penales (Rivas, 2003).También existen países con iniciativas
interesantes, como es el caso de Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos,
Canadá, Brasil y Uruguay, ya que aunque no cuentan con una legislación
específica sobre el mobbing, sí se está trabajando por medio de reformas a las
leyes ya existentes (Trujillo, Valderrabano, Hernández, 2007).
Por
desgracia, éste no es el caso de México;
Carlos Rodríguez, Presidente de la Asociación Mexicana contra el Mobbing
A.C., afirma que: “según estudios realizados en el 2006, entre el 8 y
el 12% de la población mexicana laboralmente activa sufre violencia laboral o
mobbing”.
En
el año 2010, en México, el 55% de los mexicanos afirmaban haber sufrido de
maltrato laboral, según revelan datos de
la Encuesta Global de Monster. En palabras de un gran especialista en el tema,
Martínez (2011):
“Las empresas pierden capital humano, sufren de alta rotación de personal y ven afectada su productividad, de ahí que la presencia del mobbing en las organizaciones también debe figurar en la agenda de los equipos de recursos humanos, ya que el fenómeno va en ascenso en nuestro país”.
Es
importante mencionar que en México pocos son los investigadores dedicados al
fenómeno del mobbing y, por ende, pocas son también las investigaciones que
salen a la luz respecto a este tema. Sin embargo, en el 2011, la Doctora Rocío
Fuentes ha definido el mobbing como: “un
hostigamiento constante y asimétrico; es decir, que un conjunto de personas
buscan un blanco al cual atacar de manera persistente”. En este sentido, actualmente,
se estima que el 58% de los casos de acoso laboral proviene de los jefes y el
12% de los compañeros de trabajo.
De acuerdo a lo anterior, es importante
señalar que existen tres categorías de acoso laboral en función de quién
infringe el acoso:
1. Cuando
el jefe acosa a uno o más trabajadores.
2. Cuando
uno o más empleados acosan a otro u otros.
3. Cuando
uno o más empleados acosan al jefe.
Iñaki
Piñuel, psicólogo español y uno de los investigadores más importantes en este
tema, menciona que existen diversos factores que influyen en el acoso laboral:
-
Factores personales del
acosador como, por ejemplo, personalidades paranoides, narcisistas (egoístas
extremos) y hasta psicópatas.
-
Factores situacionales como
la culpabilización de la víctima traducida en vergüenza o el temor de los
testigos que enmudecen por miedo a ser la víctima próxima de quién ejerce este
acto de violencia.
-
Factores relacionados
con la organización de trabajo como la burocracia, la rigidez, la
desorganización, el caos, la sobrecarga cuantitativa de tareas o la falta de
atención y de personal especializado en el Departamento de Recursos Humanos.
-
Y, finalmente, factores
organizativos como el exceso de competitividad, las prácticas no éticas, el
autoritarismo, la inseguridad y la desconfianza.
Todo
ello, contribuye en conjunto a establecer el escenario perfecto para que el
acosador pueda operar de forma impune. En este sentido, existen cinco conductas
básicas que el acosador presenta para conseguir el aniquilamiento psíquico y emocional
de su víctima:
1. Actividades
para impedir que la víctima se comunique con otros y exteriorice el problema.
2. Actividades
que aíslan socialmente a la víctima.
3. Actividades
que atentan contra la reputación y el prestigio de la víctima.
4. Actividades
dirigidas a lograr la desacreditación del trabajo de la víctima.
5. Actividades
que comprometen la salud física y emocional de la víctima.
Paradójicamente,
las víctimas potenciales del mobbing son aquellas personas que tienen un alto
sentido de la ética, la justicia, la honradez y la rectitud; que son
independientes, proactivas, inteligentes y competentes; que son líderes natos y
carismáticos, gustan del trabajo en equipo y, por lo general, tienen relaciones
sociales altamente satisfactorias. Es decir, personas competentes como Manuel
pero quizá sin las habilidades sociales para saber enfrentar una situación así.
En
contraparte, existen cinco tipo de características que se asocian
frecuentemente (aunque, por supuesto, no siempre) con el perfil del acosador:
1. Personas que tienen
poca formación y que presentan un bajo nivel cultural.
2. Personas que necesitan
de la adulación constante para sentirse exitosos y satisfechos, y mejoran su
autoestima desacreditando el trabajo de otros.
3. Personas con un alto
nivel de desconfianza hacia los demás, sienten que todos quieren quitarle su
puesto actual.
4. Personas agresivas que
atacan a los demás por todo, son irónicos, sarcásticos y egocéntricos.
5.
Personas con altos
niveles de frustración y con problemas de índole personal.
Estas acciones son llevadas a cabo de forma sistemática con el objetivo de conseguir que la víctima salga definitivamente de la organización. Aunque como se señaló al principio, algunos casos culminan por desgracia en suicidio.
Es interesante, también, conocer las
fases de este proceso, siendo la única diferencia entre los casos, el tiempo de
duración de cada una de estas fases:
Fases de Mobbing
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1.Incidentes críticos
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Situaciones donde se presentan confrontaciones, malos entendidos, etc.
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2. Acoso y estigmatización
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El acosador
elige a su víctima y realiza ataques de forma continua, evidenciando a su
objetivo y ridiculizándole ante sus demás compañeros.
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3. Intervención de la
dirección
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Se pide apoyo a la Dirección o al Departamento de Recursos Humanos, se
intenta solucionar el conflicto sin éxito alguno porque, generalmente, se piensa que es una
situación pasajera, y que los protagonistas del conflicto la deberán resolver
solos.
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4. Solicitud de ayuda y
diagnóstico incorrecto
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Se acude a especialistas: psicólogo, psiquiatra o médico de cabecera. Muchas
veces, estos especialistas desconocen este tema y hacen diagnósticos
erróneos. Los más comunes son: estrés laboral, depresión, síndrome de burn
out (“estar quemado”), paranoia, cambios en el estado de ánimo, desajuste de
la personalidad, neurosis, ansiedad, ataques de pánico, entre otros.
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5.Salida o expulsión de la organización
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La víctima abandona la organización ya sea por despido o por renuncia
y, en algunos casos de mayor gravedad, el problema termina con la vida de la
víctima.
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Los
efectos que el mobbing tiene sobre la víctima abarcan muchos niveles de su
vida. Piñuel (2001) señala los siguientes:
a) Daños
psicológicos: dificultades de concentración, paranoia, pérdida de memoria,
miedo irracional, ansiedad, irritabilidad, alteraciones del sueño, entre otros.
b) Daños
en la vida social de la víctima: exclusión y rechazo de los demás compañeros,
aislamiento, desconfianza o miedo a la traición. Problemas familiares con la
pareja, los hijos u otros familiares, introversión o aislamiento de la esfera
familiar.
c) Impacto
negativo en la economía: su baja productividad producida por el impacto del a coso
ocasiona en pocos meses la ruina económica por despido o perdida de categoría
laboral.
d) Daños
en la esfera profesional de la víctima: su reputación, imagen profesional y
prestigio se ven afectados por el acoso laboral, lo cual impacta negativamente
en su empleabilidad y en cómo es percibido por el entorno laboral.
Expuesto
lo anterior, es imprescindible identificar este tipo de conductas y situaciones
para intervenir a tiempo y establecer medidas de prevención o de confrontación
del conflicto. Con
el fin de prevenir el fenómeno del mobbing y de contrarrestar sus efectos se
presentan las siguientes recomendaciones que se ejemplifican al final del
artículo:
1. Identificar
el problema del mobbing como tal: formarse e informarse sobre el problema.
2.
Desarrollar una
comunicación asertiva para confrontar al acosador.
3.
Documentar las
agresiones mediante su grabación o utilizando testigos.
4. Reportar las conductas
de acoso con el jefe inmediato o al departamento de recursos humanos,
apoyándose en la documentación anterior.
5. Buscar ayuda
especializada, cerciorándose de que realmente conozca el fenómeno del mobbing y
sus efectos en las víctimas.
6.
Buscar apoyo de alguna
asociación contra el mobbing.
7.
Buscar apoyo legal.
Volviendo
al caso de Manuel, lo primero que debió hacer es ser asertivo con su jefe. Ante
una situación de acoso podemos actuar de forma pasiva, es decir, no defendernos,
o bien, actuar de forma agresiva, por ejemplo, “llegar a los golpes”. Ambas
conductas nos pueden traer, obviamente, consecuencias indeseables. Manuel le
podría explicar a su jefe que no va a trabajar mejor a base de gritos sino de
instrucciones más claras y precisas. También, Manuel podría invitar a comer a
su jefe para explicarle cómo se siente, para señalarle que él no tiene ninguna
intención de ocupar el puesto de su jefe.
Si
la conducta del jefe, continúa. Puede optar por acudir a un psicólogo para
fortalecer su autoestima y sus habilidades sociales y/o pedir a otros
compañeros que le acompañen para poner una queja ante los superiores de su jefe
o al departamento de recursos humanos. Si aun así, esto no funciona, quizá
llegó el momento de solicitar una rotación de puesto o, en el peor de los
casos, buscar un nuevo empleo; recuerden que es mucho más fácil buscar trabajo
por una mala situación laboral que en un momento de depresión después de un
despido. Por último, hay que terminar señalando que no todo grito de nuestro
jefe se debe considerar como acoso, por supuesto, tiene que ser una conducta
sistemática y permanente.
Referencias
Valle, H.T. (2011) ¡No tengo ganas de ir a trabajar! El acoso laboral. Todo sobre el mobbing. Edit. Trillas. México.
Valle, H.T. (2011) ¡No tengo ganas de ir a trabajar! El acoso laboral. Todo sobre el mobbing. Edit. Trillas. México.
Piñuel y Zabala,
I. (2008) Mobbing estado de la cuestión.
Edit. Gestión 2000. España.
Piñuel y Zabala,
I. (2001) Mobbing. Cómo sobrevivir al
acoso psicológico en el trabajo. Edit. Sal Terrae Santander. España.
Trujillo, F., Valderrabano, A., Hernández, M. (2007) Mobbing: historia, causas, efectos y propuesta de un modelo para las organizaciones mexicanas. INNOVAR. Revista de Ciencias administrativas y sociales.