lunes, 18 de agosto de 2014

LA IMPORTANCIA DEL EMPRENDIMIENTO EN LA EDUCACIÓN

                                                                           L.C.C. YADIRA ARENAS BRIONES

                                                                  *Artículo publicado en la revista Multiversidad Managment

El progreso de un país no sólo depende de las estrategias gubernamentales de sus representantes, sino también de la participación ciudadana en todas las diferentes esferas de la vida de una nación.



Una de las formas más activas de participación es el emprendimiento. Este puede ser entendido como un fenómeno social y económico directamente relacionado con el ámbito comercial y empresarial, que es practicado por una o más personas que buscan generar valor a través de la innovación, la creación o la expansión de un determinado producto o servicio, convirtiéndolo en su actividad económica y aprovechando las virtudes del mercado. Por lo tanto, el “espíritu” emprendedor es todo un conjunto de competencias que deben ser desarrolladas desde la educación básica hasta los niveles superiores.

A nivel personal, el espíritu emprendedor supone autoconfianza, creatividad, proactividad, tolerancia a la frustración, gran capacidad de toma de decisiones y riesgos, sentido crítico e iniciativa, entre muchas otras virtudes y fortalezas. A nivel interpersonal y social, requiere de competencias relacionadas con el trabajo en equipo, la colaboración, la solidaridad, la motivación, el liderazgo, sensibilidad, empatía y asertividad. Pero una de las fortalezas más importantes para el éxito empresarial es la perseverancia (Seligman, 2012). Esta pasa por la capacidad de búsqueda de soluciones y nuevos caminos ante los obstáculos del proceso manteniendo siempre nuestras metas (o cambiándolas por otras mejores, pero nunca dando pasos atrás).


En este sentido, una investigación hecha por Consultores Iberoamericanos de la Cultura Emprendedora, en su programa Espíritu Emprendedor, realizada a aproximadamente a 200 jóvenes, arrojó los siguientes resultados:



Estas competencias son  indispensables para obtener un perfil emprendedor completo, sin embargo, De la Oliva (2013) propone otras 5 competencias que deberían ser consideradas básicas dentro de dicho perfil, las cuáles son: Proponer, vender, diseñar, aplicar y evaluar, a partir de su proyecto de negocio.

Sobre las dos primeras: proponer y vender, cabe resaltar que de nada sirve tener la mejor idea y saber aplicarla, si no la proponemos y la vendemos a las personas o instancias adecuadas. Por ello, es fundamental que en cursos sobre emprendedores se trabaje el tema de las competencias de venta, por ejemplo, a través del role playing, es decir proponiendo una situación ficticia donde un alumno haga de “vendedor” del proyecto y el otro de “cliente”. De esta forma debe saber cómo vender su propuesta para mostrar sus mejores atributos, sus cualidades y su ventaja competitiva. En este sentido, es imperante que el emprendedor tenga una idea clara, definida y delimitada, tiene que conocerla mejor que nadie, para poder proponerla de manera eficaz y efectiva., ante las diferentes dependencias encargadas de validar y activar su funcionamiento.

El emprendedor debe ser capaz de diseñar planes, programas, proyectos que respondan a las necesidades de un determinado segmento de la población o que dé solución a problemas, con el fin de contribuir a la calidad de vida y mejoramiento de su entorno. Por lo tanto, debe saber cómo ejecutarlo, como llevarlo a cabo eficazmente y, al mismo tiempo tener los conocimientos necesarios para aplicar instrumentos que le permitan evaluar su desarrollo y funcionamiento, con el fin la optimización de los recursos y el perfeccionamiento de sus operaciones.

Cambiando de tema, para que existan oportunidades de empleo se necesitan empresas y para que existan empresas se requieren emprendedores, personas que tomen en sus manos el reto de implementar y poner en marcha más que un proyecto económico, un proyecto de vida no solo de impacto personal sino socioecónomico de su comunidad y de su país. Por ello es absolutamente necesario sembrar en los jóvenes la inquietud, la pasión, la iniciativa, la conciencia y la valentía de crear e iniciar proyectos de creación de organizaciones comerciales o humanitarias.

Pero, ¿Cómo lograrlo?

El primer paso es que las entidades educativas acepten y aborden la importancia y la pertinencia de activar el emprendimiento en los jóvenes a temprana edad, que sea entendida como una necesidad vital para el futuro y el fortalecimiento del país.

El papel del docente es altamente relevante, ya que es quién se encarga de guiar, motivar y desarrollar las competencias que los alumnos requieren para alcanzar esta meta. Pero no es el único agente que influye en la formación de emprendedores, los padres de familia forman también parte de dicho proceso, ya que tanto la escuela como la familia forman parte del mismo ecosistema del individuo, por lo cual es importante que estén debidamente vinculados y articulados para el éxito de las estrategias de desarrollo emprendedor. Así que tanto padres como maestros tienen la función de trabajar sobre el desarrollo de las competencias de los niños y jóvenes relacionadas con el perfil del emprendedor.

Originalmente, en la mayoría de los casos,  en la escuela se educa a los alumnos para que al finalizar sus estudios se integren al personal de una empresa y si ésta es una gran empresa de impacto internacional, mucho mejor. Pero muy pocos inculcan y fomentan el emprendimiento ya que, en la mayoría de los casos, lo ven como un proyecto utópico lleno de complicaciones y enormes responsabilidades y riesgos, principalmente de corte económico.

Quizá por ello, lo primero a resolver en las instituciones educativas es, justamente, romper con este paradigma y ampliar el abanico de posibilidades que un alumno puede encontrar como desarrollo profesional y laboral. El emprendimiento debe de considerarse actualmente como un enfoque pedagógico innovador, el cual puede trabajarse de manera transversal en el currículo escolar e inclusive insertarse en este como una materia más a partir de la educación básica obligatoria.

Otra cuestión importante para formar y desarrollar emprendedores es que el docente, además de facilitar información y generar conocimientos, se convierta en coach de sus alumnos que estimula eficazmente la innovación y la creatividad, además de ayudarlos a identificar sus fortalezas y debilidades (pueden encontrar instrumentos en www.authentichappiness.sas.upenn.edu/questionnaires.aspx), sus tipos de inteligencia, sus talentos, sus valores, sus áreas de oportunidad y los recursos con los que cuenta para alcanzar sus metas a corto, mediano y largo plazo, como parte de su proyecto de vida.

Son estas características individuales que determinarán una diferencia entre alumno y alumno, sean vistas y valoradas como riqueza, porque para el emprendimiento la educación no debe basarse en la uniformidad sino en la diversidad, en las aportaciones que cada integrante puede hacer desde sus características específicas e individuales, con el fin de crear sinergia en un equipo de trabajo escolar que en un futuro se vea reflejado en los centros profesionales.

Desde luego para conseguir todo esto se requiere que los docentes estén debidamente capacitados para dichas tareas y paralelo a esto, la creación e implementación de  material didáctico que transmita y contenga toda la información necesaria para el desarrollo de emprendedores.

Un buen principio podría ser la elaboración de un modelo de negocios, el cuál es una planificación dirigida a obtener ingresos y beneficios del mercado. Uno de los modelos de negocio a los que se recurre regularmente en el mundo emprendedor, es el modelo tipo CANVAS, creado por Alexander Osterwalder, el cual ha tenido un gran éxito por ser fácil de usar e interpretar, gracias a una plantilla de 9 apartados dirigidos a agregar valor y estructura a las ideas de negocio y se va llenando de derecha a izquierda.






1.    Segmentos de clientes: En este apartado se deben de identificar a quiénes se está dirigiendo nuestro producto o servicio. La segmentación se refiere a dividir el mercado en grupos de personas que tengan las mismas características y necesidades para brindarles atención específica.

2.    Propuesta de valor: Es uno de los aspectos más importantes a definir y se debe hacer con suma paciencia. Describe de forma breve y convincente que es lo que hacemos mejor que la competencia, que valor le estamos ofreciendo a nuestros clientes, qué necesidades estamos satisfaciendo y que beneficios les aporta nuestro producto o servicio.

3.    Canales de distribución: Esto se refiere bajo que canales o medios conectarás con tus clientes, cómo y dónde distribuirás tu producto o cómo les harás llegar tus servicios y como nuestros clientes se comunicarán con nosotros.

4.  Relación con el cliente: Se refiere al tipo de relaciones que los clientes esperan que establezcamos con ellos. Existen dos tipos básicos, los cuales se explican en la siguiente tabla:



5.    Fuentes de ingreso: Se refiere al valor que los clientes están dispuestos a pagar por lo que ofrecemos y cuáles son las acciones que realizaremos para obtener ingresos, las cuáles pueden ser:
A.   Por la venta de nuestros productos o servicios.
B.   Cobro por el uso de servicios, a mayor uso, mayor pago.
C.   Cobro por suscripción o membresía.
D.   Renta o alquiler de equipo.
Dependerá del giro y rubro de nuestra empresa o negocio.

6.  Recursos clave: La idea de este apartado es enlistar todos los recursos que requerimos para operar nuestro negocio. De acuerdo al modelo CANVAS pueden ser:
A.   Físicos: vehículos, hornos, equipo de cómputo, infraestructura, etc.
B.   Económicos: Es decir, dinero, para arrancar, para invertir, para dar respaldos a los clientes o para los gastos diarios.
C.   Intelectuales: La marca, los derechos de autor, la patente, etc.
D.   Humanos: Los trabajadores.

7.    Actividades clave: Este apartado contiene las actividades que se van a desarrollar y de qué manera se van a llevar a cabo, se clasifican en:
A.   Producción: Son las actividades dirigidas a crear productos en grandes cantidades, desde el diseño hasta la fabricación.
B.   Resolución de problemas: Buscan brindar soluciones  a distintos problemas de sus clientes, generalmente son las empresas de servicios las que se encargan de este tipo de actividades.
C.      Plataforma/ red: Actividades dirigidas a mantener este tipo de recursos en las empresas y se encargan de que estos funcionen adecuadamente.

8.    Sociedades clave o red de asociados: Las asociaciones se generan cuando otra empresa tiene lo que nosotros necesitamos y viceversa, por lo tanto se crean sociedades, convenios, etc. En este sentido se pueden dar 4 tipos de relaciones:
A.   Cliente- proveedor: Se conforman para el suministro de insumos o de materias primas.
B.   Alianzas entre empresas no competidoras: Ocurre cuando se tienen productos dependientes entre sí.
C.   Alianzas entre empresas competidoras: Sucede cuando pertenecen a un mercado riesgoso, así que se unen como medida de prevención.
D.   Empresas conjuntas que crean nuevos negocios: Empresas diferentes entre sí, pero que se unen para innovar.

9.    Estructura de costos: Todo negocio genera costos, los cuales son gastos que se generar en el proceso de generar valor. De acuerdo al modelo CANVAS hay cuatro tipos:
A.   Costos fijos: Son aquellos que son estables independientemente del volumen de venta.
B.    Costos variables: Son aquellos que dependen del volumen de venta generado.
C.   Economías de escala: Estos costos varían según el volumen de compra.
D.   Economías de campo: Estos dependen del campo de acción del negocio.

      Como pueden apreciar, este modelo nos ayudará a asentar las bases de nuestro negocio y a darle una mejor estructura.

Por otro lado, en muchas ocasiones grandes ideas de negocio se quedan en el olvido debido a que no se cuenta con el capital suficiente y necesario para llevarlo a cabo. Sin embargo, el panorama no es tan desalentador, existen diversas instituciones mexicanas que brindan apoyo a emprendedores a través de planes de financiamiento o de incubación de dichos proyectos.

Los planes de financiamiento consisten en establecer los instrumentos financieros (créditos) que se requieren para el establecimiento y el arranque de empresas que apenas comienzan, dicho plan incluye la forma y el tipo de pago.

Las incubadoras son organizaciones diseñadas para acelerar el crecimiento y el desarrollo de una idea de negocio, asegura el éxito gracias a una gama amplia de recursos y servicios empresariales. Las incubadoras son patrocinadas, apoyadas u operadas por compañías o instituciones privadas, por universidades o por asociaciones gubernamentales.
Algunas instituciones mexicanas que brindan este tipo de apoyos son:
  • ·         Secretaría de Economía
  • ·         México emprende
  • ·         Pro empleo
  • ·       CICE (Centro de innovación y competitividad empresarial, incubadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla)


Por supuesto, tanto en la educación media superior como en la superior hay que buscar asignaturas relacionadas con estos temas para poder implementar proyectos innovadores, aunque en la educación básica ya se pueden sentar las bases. Por último, es importante señalar que en muchas escuelas y universidades, se han creado concursos de emprendedores o grupos de alumnos emprendedores tutorizados por una maestra o maestro. No hay que olvidar que el mercado laboral cada vez necesita más personas capaces de innovar, de crear, de arriesgar, en una palabra, de emprender.




sábado, 5 de abril de 2014

PADRES Y PROFESORES, ALIADOS EDUCATIVOS

DAVID DE LA OLIVA GRANIZO

* Artículo publicado en Revista Multiversidad Managment


    
    Bronfenbrenner, uno de es los grandes psicólogos estadounidenses del siglo XX, decía que todo lo que necesita un niño que alguien esté loco por él. Con esto, no se refería a que un niño necesita una sola persona, sino que un niño requiere, al menos, de una persona que luche por su desarrollo y aprendizaje en este complejo mundo de micro, meso, exo y macrosistemas.

  ¿Qué significan esos términos? Microsistemas son, por ejemplo, la familia y la escuela; los mesosistemas están constituidos por las relaciones entre esos microsistemas, un mesosistema sería cómo afecta el nivel cultural de los padres en el desempeño escolar de sus hijos. Los exosistemas son, por otro lado, la iglesia del barrio o localidad, su centro deportivo, etc. Por último, los macrosistemas están compuestos por los valores, las normas de un país concreto como México, la política, y un largo etcétera.

 Todos estos sistemas se relacionan y se modifican entre sí. Por ejemplo, un padre puede quejarse por el trato discriminatorio dado en una escuela a su hijo con discapacidad. Esto puede llevar a la escuela a replantearse su organización. Un periódico puede interesarse en esos cambios y publicar una noticia sobre los mismos. Un ministro de educación puede leer el periódico y pensar en generalizar esos cambios a todas las escuelas del país. Por supuesto, a veces los cambios son mucho más pequeños, pero les puedo asegurar que siempre se producen. Claro, estos cambios pueden ser positivos o negativos. De aquí podemos llegar a la idea de los encuentros y los “desencuentros”, es decir, la colaboración y los conflictos dentro de la escuela y con relación a los padres.

  Empezaremos hablando de la relación escuela-padres. La familia y la escuela son los contextos de desarrollo y de aprendizaje más importantes para niños y adolescentes, aunque hay muchos otros. Por citar dos actuales: la televisión e internet. No obstante, siendo la familia y la escuela los dos contextos más importantes, la colaboración entre ellos suele ser a veces distante o conflictiva como muestran algunas investigaciones.

  Por citar una investigación propia realizada en un estado de México que se mantiene en anonimato por razones de confidencialidad, se preguntó a 384 miembros de Equipos Psicopedagógicos públicos (USAER), externos a las escuelas pero que las apoyan, cuáles eran sus principales dificultades para realizar su trabajo. La mayoría de estos profesionales (psicólogos, trabajadores sociales, expertos en Educación Especial entre otros) respondió que el bajo compromiso y participación de los padres para apoyar las dificultades de sus hijos. Pero también señalaron que otra dificultad era el bajo compromiso y participación de directores, supervisores y docentes de las escuelas para apoyarles en su trabajo. ¿Qué está sucediendo entonces? ¿cómo son nuestras escuelas?

  En esta misma encuesta, se preguntó a estos equipos, qué tipo de cultura predomina en las instituciones educativas con las que trabajan. Como se puede ver en el cuadro, solo un 44 % respondió que colaborativa, señalando el resto que los centros con los que trabajan tiene una cultura de tipo dictatorial (40,1 %) y en menor medida, individualista (no hay colaboración) o de grupos enfrentados. Incluso podríamos decir que estos datos son optimistas, pues la encuesta fue aplicada desde la Dirección General de Educación Especial de ese estado y esto puede hacer que aumentara el sesgo de deseabilidad social, es decir, contestar para quedar bien y no lo que en realidad pasa.





Las cosas han cambiado mucho en este campo, no hay que olvidar que hasta el siglo XIX, la mayoría de los niños y adolescentes sólo se desarrollaban en contextos familiares y laborales, pues la escuela era sólo para unos pocos. En esas escuelas para niños ricos, los padres eran los que contrataban a los maestros, decidían el currículum (el contenido y forma de enseñanza) y establecían el calendario escolar. ¡Imaginen si tenían poder los padres de entonces! Pero a partir de principios del siglo XX, surge la escuela universal, gratuita y obligatoria, comenzando la especialización de la docencia y el comienzo de un distanciamiento entre familia y escuela.

 Algunos autores como Connors y Espstein (1995), han denominado a esto: perspectiva de influencias separadas. Por ejemplo, los padres se encargan del buen comportamiento de sus hijos y los maestros de enseñarles a leer y a escribir. Pero lo que actualmente se defiende como más adecuado es la denominada perspectiva de influencias superpuestas, es decir, la complementación y refuerzo de las competencias que se aprenden tanto en el contexto familiar como en el escolar.

  Pero, ¿hay alguna enseñanza exclusiva de la familia? Realmente muy pocas, quizá el tipo de religión (o de ateísmo) propio de cada familia, en otras palabras, la enseñanza de valores básicos. En ese terreno, consideramos que la escuela debe tener un absoluto respeto o, al menos, tolerancia. Claro, siempre y cuando, esa religión, ateísmo o valores básicos no atente a los Derechos Universales. Por ejemplo, ¿no rendir los honores a la bandera mexicana atenta a la Declaración de los Derechos Universales? ¿qué debería hacer la escuela cuando una familia por motivos religiosos o ideológicos no quiere que su hijo rinda honores a la bandera mexicana? En nuestra humilde opinión: nada, no se puede obligar a un niño en este tema si su familia no quiere. Por la simple razón, que la libertad de creencia promulgada por los Derechos Universales está por encima de los contenidos curriculares ofertados por un país. Pero lo que no se puede tolerar, es que un padre maltrate física o psicológicamente a sus hijos porque eso si está penado en México y está totalmente en contra de la Declaración de los Derechos Universales.

  Esto son solo dos ejemplos de los mil conflictos que podemos encontrar en la relación entre escuela y familia. Lo importante es tener claro las estrategias para resolverlos o, al menos, para “amortiguarlos”. Una  estrategia básica es que los maestros conozcan a las familias. Para ello, pueden hacer entrevistas grupales o individuales tanto a las familias como a sus propios alumnos o aplicar encuestas con preguntas abiertas y cerradas. Por supuesto, es un tema delicado. Pero el maestro que no tenga en cuenta este factor, decididamente no va a poder dar una enseñanza eficaz.

 Más ejemplos, si no sabemos que un alumno está deprimido por la separación de sus padres no podremos “amortiguar” esa situación para que no le afecte a su aprendizaje o, al menos, no le afecte tanto. Quizá diga un maestro: ¿es que ésa no es mi función? Aquí le contestaríamos que el “paradigma” de las funciones ya se ha superado por el de las “competencias y los objetivos”. La escuela y la familia comparten un mismo objetivo: desarrollar las máximas potencialidades de los alumnos. Por lo tanto, todos debemos luchar por conseguir esos objetivos mejorando nuestras competencias y responsabilidades propias como padres, maestros o psicólogos y pedagogos. Si el centro cuenta con un Equipo Psicopedagógico o Departamento de Orientación Educativa, el maestro puede pedir apoyo y consejo en estos temas. Si el centro no cuenta con estos servicios, entonces el maestro tendrá que buscar la forma de conocer y ayudar a las familias de sus alumnos en la medida de sus posibilidades.

  Como ven, la relación entre la familia y la escuela puede ser de colaboración, distanciamiento o, incluso, conflicto. Pero también existe el conflicto dentro de la escuela y con relación a otros profesionales como psicólogos o pedagogos.

  En el libro: “La práctica del asesoramiento educativo a examen” del que soy orgullosamente coautor junto con expertos en el tema como Carles Monereo y Juan Ignacio Pozo, se detalla una investigación en el que se estudiaron los encuentros y desencuentros entre psicólogos, pedagogos y maestros. Los resultados son altamente interesantes.

   Uno de los problemas de los psicólogos y pedagogos es que, a veces, se “hiperresponsabilizan”, es decir, como no están de acuerdo en algunas actuaciones de los maestros, sacan al niño o al joven del aula para trabajar directamente con ellos. Esto es un arma de doble filo, entre mil razones, porque el alumno pierde su clase y el maestro pierde su autoridad. Lo ideal es que el psicólogo o pedagogo asesore al maestro dentro y fuera de la clase. Algunos maestros dirán: “Pero si hablan dentro, interrumpirán y pararán la clase”. Pero cuando el maestro trabaja desde un enfoque por proyectos (García Fraile y Tobón, 2009), donde los alumnos tienen espacios de trabajo autónomo individual o en equipo, el psicopedagogo y el maestro pueden aprovechar esos momentos para hablar y, a la vez, para que el psicopedagogo conozca a los alumnos en su ambiente natural. Hay un viejo proverbio que dice que si das un pescado a un pobre le alimentas un día, pero que si le enseñas a pescar le alimentas toda la vida. En palabras educativas, si un psicólogo o pedagogo mejora la competencia de un alumno, logra un punto (por así decirlo), pero si mejora la competencia de un docente, logrará ayudar indirectamente a los miles de alumnos con los que trabajará ese docente.

  Otro problema de los psicólogos y pedagogos, entre los que, por cierto, me incluyo, es el denominado “Teorías Injustas”, es decir, la típica situación en que el psicólogo o pedagogo le dice al maestro o al padre: “lo que sucede es que tu hijo necesita un ambiente de mayor libertad sin perder la responsabilidad y la exigencia”. Y el maestro y el padre se quedan pensando: “¿y esto cómo se hace? A veces, los psicólogos y pedagogos decimos lo que hay que hacer pero no cómo, es decir, con qué pasos y estrategias vamos a solucionar el problema.

  Para ello, habría que hacer un trabajo colaborativo de discusión, propuestas y seguimientos de la mismas. Por ejemplo, el padre puede decir: “Yo no sé cómo poner límites a mi hijo” y el psicólogo contestar: “eso no es cierto, estoy seguro de que ya les has puesto algunos límites, quizá no todos los que te gustaría pero seguro que ya hay límites”. Y el profesor añadir: “fíjense, Luisito, me dice que le ayuda mucho cuando su mamá le  pide que primero haga la tarea y luego ya juegue a lo que quiera, ése es un límite, ¿no? ¿cómo podríamos poner más sin coartar la libertad de Luisito?”. De esta forma, entre todos se va aclarando el problema y dando soluciones.

  Pero para establecer un trabajo colaborativo, algo que deberían tener claro las escuelas y los padres es el tipo de relación que van a establecer. Esta relación debe ser democrática y clara para todos, también para los alumnos. No vale el “porque lo digo yo”, eso no es educativo, aunque hasta haya libros con ese título. Esta claridad llega cuando se definen de forma precisa los derechos y deberes de cada uno de los implicados (y las consecuencias de no cumplir con ellos): directivos, maestros, psicólogos y pedagogos, padres y, por supuesto, el centro de las escuelas: los alumnos (sin olvidar otros profesionales como intendentes, administrativos, entre muchos otros). Esta definición de derechos y deberes, como hemos hecho en alguna escuela, se puede realizar en las mismas clases con los alumnos y en reuniones con padres y profesores. Una vez que se llegan a acuerdos, se pueden poner en carteles por toda la escuela. De esta forma, todos saben a qué atenerse, no sólo los alumnos.

 
  ¿Qué más aspectos tiene que tener una relación colaborativa? Por supuesto, el respeto, es decir, que todos valoremos el conocimiento de los demás y sepamos que sin él, no se pueden tomar decisiones. Por ejemplo, ante un problema de fracaso escolar de un alumno (o mejor dicho, de la escuela con ese alumno) debemos volver a la Teoría de Sistemas y preguntarnos:

  •     Respecto al alumno: ¿tiene un problema de falta de conocimiento previo, de falta de motivación, de falta de estrategias de aprendizaje, etc.?


  •      Respecto al maestro: ¿la planificación didáctica es adecuada para este alumno? ¿va demasiado rápido o demasiado despacio? ¿los contenidos de enseñanza son significativos y funcionales (prácticos) o meramente teóricos?


  •         Respecto a psicólogos y pedagogos (si la escuela cuenta con ellos): ¿se está apoyando de forma adecuada a los maestros o se les está sobreprotegiendo sacando al niño de clase? ¿los materiales de apoyo a los maestros son claros y eficaces para resolver sus problemas?


  •       Respecto a los directivos: ¿se está realizando una organización flexible para apoyar la diversidad de capacidades, intereses y preferencias de maestros, padres y alumnos?


  Para terminar, es muy interesante las conclusiones de Alfredo Oliva y Jesús Palacios (2005), investigadores españoles, después de realizar múltiples encuestas a maestros y padres. Su conclusión fue que los maestros se quejan con frecuencia de la baja participación de los padres en la educación de sus hijos, pero, por otra parte, los padres quieren ayudar a sus hijos y no saben ni cómo ni cuándo hacerlo. Esto es un punto clave en el conflicto entre padres y escuelas. Por ejemplo, a veces los padres no van a las citas de la escuela, pero muchas veces esas citas se ponen sin tener en cuenta su horario laboral. Hay que hacer un esfuerzo, como en los matrimonios largos, de acercar posiciones y superar antiguas inercias. El resultado será un niño feliz, ¡merece la pena!

Dr. David de la Oliva Granizo
Director del Área de Educación en Arebri Consultores.
Consultor en Psicopedagogía
culturasinclusivas@hotmail.com


lunes, 17 de marzo de 2014

“EL TEATRO COMO METODOLOGÍA PARA EL DESARROLLO DE COMPETENCIAS PARA LA VIDA”


YADIRA ARENAS BRIONES
DAVID DE LA OLIVA GRANIZO

* Artículo publicado en Revista Multiversidad Managment



La educación es uno de los pilares primordiales de toda sociedad, es el vehículo por el cual se alcanza el progreso social y personal de los individuos, en un contexto mundial sometido a constantes cambios, con la vertiginosa presencia de los avances tecnológicos y científicos. Por ello, los sistemas educativos están reajustándose a estas nuevas necesidades, para dar respuesta a estos retos donde la calidad, la productividad y la socialización demandan todo un conjunto de competencias. Esto hace imperante la necesidad de abandonar los métodos clásicos de enseñanza donde al alumnado tiene que memorizar una cantidad colosal de información, es imprescindible diseñar nuevas estrategias de enseñanza con herramientas creativas e innovadores que permitan generar en los alumnos un aprendizaje verdaderamente significativo y funcional donde realmente se cree una educación para la vida.

En este sentido, el teatro en la escuela puede ser considerado como una estrategia metodológica en la formación integral del alumnado. A partir de la combinación lúdica y pedagógica que ofrece su aplicación, puede ser visto como una óptima y eficaz herramienta que permita el desarrollo y la adquisición de diversas competencias; y es justo en este momento cuando los sistemas educativos están ajustándose y renovándose a este nuevo e interesante enfoque.

Pero, ¿por qué denominar al teatro como una metodología didáctica? Hay tres razones básicas:

1. Porque es un vehículo efectivo por el cual se puede desarrollar y potenciar competencias básicas y específicas para la vida, para el desarrollo individual y colectivo.

2. Porque es inclusivo, integrador, participativo, solidario y creativo, tanto para alumnos como para docentes.

3. Porque el teatro enseña jugando y, el juego, es la base de la actividad humana (Piaget, 1961), de la cual aprendemos, a partir de la experimentación personal y particular.

Normalmente, cuando oímos del teatro en la escuela, inmediatamente pensamos en la puesta en escena de alguna obra teatral presentada por los alumnos al final del curso o en días festivos. Este es el tipo de teatro más empleado y es conocido como teatro didáctico. Su objetivo es reforzar los contenidos temáticos de los programas académicos, principalmente en las materias de historia, civismo y educación artística. En otros casos, se utiliza para coadyuvar con campañas de valores, prevención del delito y la violencia, generar conciencia en niños y jóvenes respecto a la importancia de la salud, entre otras temáticas. Para este estilo de teatro generalmente se emplean obras de autores  reconocidos o bien, se recurre a la creación colectiva, en la que alumnos y maestros escriben un pequeño guión que ellos mismos representarán.

Jáuregui (1985), en su libro “El teatro en la escuela”, planteaba la combinación de una serie de recomendaciones y obras teatrales recreativas y de carácter histórico para dinamizar las festividades del programa académico. Los objetivos que planteaban giraban entorno al desenvolvimiento social de los niños y jóvenes y a su formación académica. En cuánto a los maestros, establecía una serie de consejos orientados a la práctica escénica: vestuario, movimientos de los actores en el escenario, significado de posturas o movimientos corporales. Muchas de estas sugerencias estuvieron influenciadas por el famoso libro “El Declamador sin Maestro” de Homero de Portugal, empleado mayormente para clases de oratoria, poesía y declamación.

Sin embargo, como ya se mencionaba, esta es la forma clásica de utilizar el teatro en la escuela, ya que existen otras formas de integrar un programa de teatro en las actividades académicas del alumnado. Es importante recordar que en la educación hay tres maneras de integrar programas en una organización previa: de forma aditiva, infusiva o mixta (de la Oliva, 2013). Por ejemplo, podemos abrir un taller de teatro en horario extraescolar (aditiva), podemos formar a los maestros en técnicas teatrales para que mejoren sus competencias docentes (infusiva) o podemos hacer las dos cosas (mixta). En este artículo se va a hablar de estas tres estrategias, relacionándolas con las competencias para la vida que deben desarrollar todo el alumnado de Educación Básica (SEP, 2011).

De acuerdo a lo anterior y a manera de ejemplo, de forma aditiva se puede crear un programa de teatro a partir de un taller, como actividad extraescolar. Esto también se ha denominado teatro participativo, el cual es caracterizado por promover la colaboración directa del público dentro de la escena o de la obra. Esta colaboración puede ser a través de de opiniones, sugerencias que los actores piden al público o, incluso, con la intervención directa de algún miembro del público como “actor” dentro de la escena, proponiendo acciones concretas que pongan a prueba su aportación y reconociendo así su impacto y validez en una situación real. Por ejemplo, si se está representando una obra sobre acoso escolar (el famoso, bullying), el director o directora puede parar un momento la escena y preguntar al público cómo podrían solucionar el problema o qué cambiarían de la historia para llegar a un mejor final. Incluso, se puede pasar a un alumno a escena y pedirle que represente un papel para poner a prueba su sugerencia de resolución o transformación del conflicto. Esto es una manera de implicar más a los alumnos y potenciar su reflexión.

En este sentido, podría optarse por dos formas de llevar a cabo este estilo de teatro en la escuela. Una de ellas es a través de la contratación de actores expertos en este tipo de teatro, la otra forma es que los docentes se capaciten en esta línea mediante cursos, talleres o diplomados, aumentando sus competencias docentes.

Pasando al tema del teatro y las competencias para la vida, ambos conceptos son relacionados a través del denominado aprendizaje vivencial, puesto que lo que el teatro busca es, precisamente, que el alumno aprenda a partir de su experiencia personal y de una forma tanto cognitiva como emocional. En palabras de Kolb (1984):

“El aprendizaje vivencial se basa en la importancia de la experiencia personal, en el proceso de aprendizaje, un proceso a través del cual generamos y adquirimos conocimiento e información, gracias a nuestra capacidad de analizar y comprender los diversos acontecimientos que se suscitan en nuestra vida cotidiana”.

De acuerdo a este proceso, el alumno aprende a partir de una experiencia concreta (su inmersión en las actividades teatrales), la cual es observada y analizada por él mismo. Esta información dará como resultado conceptos abstractos o teorías que serán repetidas hasta

comprobarlas tanto teatralmente como en su vida cotidiana. Poco a poco, cada alumno irá desarrollando toda una serie de competencias a través del carácter lúdico y pedagógico del teatro. En palabras de Brunner (1984):

 “Jugar para el niño y para el adulto... es una forma de utilizar la mente, e incluso mejor, una actitud sobre cómo utilizar la mente. Es un marco en el que poner a prueba las cosas, un invernadero en el que poder combinar pensamiento, lenguaje y fantasía”

Precisamente, este juego teatral es una herramienta educativa que, además, de coadyuvar en el desarrollo de las competencias, es un instrumento comunicativo, de expresión tanto verbal como no verbal, de realización individual y colectiva.

Del Real y Ferreras Estrada (1996), en su libro “Aula de teatro”, hacen mención de que el teatro es, fundamentalmente, un juego; por lo que entonces todas las actividades teatrales que se pretendan llevar a cabo deben convertirse desde el principio en un foro lúdico que proveerá a los participantes de seguridad y confianza para explorar. 

En este sentido, para lograr estos resultados, es necesario que los maestros se pongan manos a la obra, capacitándose, investigando y haciendo uso de todos los recursos posibles que estén a su alcance para experimentar y llevar a cabo tan noble pero ardua tarea. Una guía para los maestros interesados en poner en marcha esta metodología es el libro del dramaturgo, escritor y director escénico Augusto Boal (2002): “Juegos para actores y no actores” donde, en el Tercer Capítulo titulado “El Arsenal del Teatro del Oprimido” descubrirán una serie de ejercicios y juegos dirigidos a despertar la sensibilidad y expresividad corporal, lingüística y mental de quiénes los ejecuten. Adicionalmente, cada actividad funciona como entrenamiento sobre una o varias competencias a desarrollar, esto dependerá del análisis del juego y del camino a seguir que el maestro y los alumnos determinen. El maestro a partir de estos juegos y ejercicios podrá añadir a cada uno, las variantes que decida plantear para alcanzar el objetivo que él mismo determine. 

A través de la aplicación de esta serie de ejercicios se impulsará el liderazgo, el trabajo en equipo, el compromiso, la comunicación, la asertividad, la confianza, la inclusión, la cohesión, la empatía, la identificación de áreas de oportunidad, la integración, la imaginación, la creatividad, la responsabilidad, la conciencia social y colectiva y un largo etcétera. 

Otro autor importante es Antonio de la Fuente Arjona. Este actor, escritor y director de teatro ha escrito toda una colección literaria acerca del teatro para niños y jóvenes, donde justamente expone algunas estrategias y técnicas de teatro como herramienta en la escuela. “El ladrón de las palabras” (1999), por ejemplo, es una obra cuyo objetivo es el de desarrollar la expresión artística de niños y jóvenes, además de dar estrategias para la práctica de la gramática, aprendida previamente en el aula. O “Mi amigo Fremd habla raro” (2003), del mismo autor, donde la finalidad es acercar el idioma inglés a los niños y enseñar la importancia de la inclusión social, en el caso de personas extranjeras o foráneas. Y “La rebelión de los números” (2010), donde De la Fuente enseña una vez más que los números no son tan aburridos como la mayoría de los niños piensan.

Es importante señalar que lo que estas actividades buscan no son crear ni formar a niños o jóvenes actores o actrices, ni conseguir personas que vayan al teatro, porque el ideal del teatro en la escuela no es una cuestión de educación teatral, de profesionalizar a los niños y a los jóvenes en el arte dramático, sino de emplear el teatro como un instrumento más para la transmisión y adquisición de competencias de una forma más eficaz y efectiva. Cabe señalar que si el resultado en el alumnado es tan positivo como para que ellos mismos se convierten en espectadores teatrales, entonces estaremos alcanzando un doble objetivo y, posiblemente, estemos gestando una nueva generación de jóvenes más cultos e interesados en las artes escénicas, tan necesario en estos tiempos donde el teatro (como otras artes) han sido desplazados por el cine, la televisión y el internet.

Existen diversas actividades teatrales que pueden ejecutarse en el aula y que desarrollan ciertas competencias específicas, a continuación se presenta una relación de estas:



Actividad teatral


Competencias que desarrolla

Improvisación
Habilidad comunicativa, agilidad de pensamiento, resolución de problemas, manejo de la incertidumbre, tolerancia al cambio, autonomía, confianza, trabajo en equipo.
Análisis grupal de alguna escena o del texto teatral a representar
Capacidad de reflexión y análisis, respeto a la opinión de los demás, escucha, habilidad lectora, identificar, evaluar, apropiarse de la información de manera crítica.
Proponer cambios sobre el texto teatral o la escena a representar
Responsabilidad, autonomía, plantear y llevar a buen término procedimientos, propiciar y afrontar los cambios, tomar decisiones y asumir consecuencias, manejo del fracaso, la frustración y la desilusión, negociación.
Lectura dramatizada

Empatía, habilidad lectora, comunicarse en más de una lengua (si el texto está en otro idioma).
Debate sobre el texto leído

Empatía, escucha, relación armónica y respetuosa con los demás, asertividad, valorar la diversidad de pensamiento.
Trabajo de voz

Hablar adecuadamente, vocalizar correctamente, expresión oral fluida y clara, hablar en público, congruencia entre el lenguaje verbal y corporal.
Montaje escénico
Aprendizaje colaborativo y en equipo, identificar lo que se necesita saber, enfrentar el riesgo, plantear y llevar a buen término procedimientos, administrar el tiempo, propiciar cambios y afrontar los que se presenten; tomar decisiones, actuar con autonomía, relacionarse armónicamente con otros, organizar y sistematizar información.
Montaje escénico con obra de temática cívica
Adquisición de valores, proceder a favor de la democracia, la paz, el respeto a la legalidad y los derechos humanos, entre otros.


Es así como a partir de la puesta en marcha de estas actividades se cubren los cinco grupos que engloban las competencias para la vida:





Finalmente, hay que señalar que el teatro deja de lado el aprendizaje pasivo para generar un verdadero aprendizaje significativo, funcional y vivencial; a través del cual se movilizan conocimientos teóricos, procedimentales, actitudinales y estratégicos, es decir, se desarrollan competencias para la vida, en otras palabras, para formar futuros profesionales y, lo más importante, mejores seres humanos.

L.C.C. Yadira Arenas Briones
Actriz, consultora en comunicación organizacional y desarrollo profesional
Directora General de Arebri Consultores
yadira.arebri@hotmail.com

Dr. David de la Oliva Granizo
Docente investigador de la Facultad de Psicología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Director del Departamento de Educación de Arebri Consultores
culturasinclusivas@hotmail.com

Bibliografía               
  • Alonso del Real, G y Ferreras Estrada “Aula de teatro” ; Madrid; Ed. Akal; 1996.
  • Augusto Boal,” Teatro del Oprimido, Juegos para actores y no actores”, Alba editorial, 2002
  • A.L. Jáuregui, “El Teatro en la Escuela”, Edit. Avante, México, D.f. 1985
  • David A. Kolb, (1984). “El aprendizaje experimental: la experiencia como fuente de  aprendizaje y desarrollo”, Nueva Jersey: Prentice Hall,
  • Jerome S. Bruner, “Acción, pensamiento y lenguaje”, Edit. Alianza, Madrid, España. 1984.